Violencia contra la mujer después del divorcio

* * Fuente: Invisibilización y desprotección de las víctimas de la violencia de género en los puntos de encuentro familiar: desmontando el SAP de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. Puedes descargártelo aquí: http://www.observatorioviolencia.org/upload_images/File/DOC1267615378_PEF_SAP.pdf

COMPORTAMIENTO DEL PADRE AGRESOR TRAS LA SEPARACIÓN, ESPECIALMENTE EN LOS PUNTOS DE ENCUENTRO FAMILIAR

El divorcio no pone fin a la violencia de género, si no todo lo contrario, lo habitual, es que el agresor, persiga obsesivamente el contacto con la que fue su mujer; negándose a aceptar que ella haya dado por terminada la relación.

Desde su punto de vista machista, la mujer no merece autonomía, no tiene derecho a vida propia, es una posesión más adquirida a lo largo de su vida, como su coche o su televisor. De ahí que analice la separación como una humillación personal inadmisible.

Dándole la vuelta a los hechos reales, el rechazo viene de ella (porque no lo acepta tal y como es), mostrándose como el mártir de una situación inexplicable que, a su juicio ha provocado exclusivamente la mujer.

A partir de ese momento, instrumentaliza a l@s hij@s comunes (para este fin utiliza el recurso del punto de encuentro familiar (PEFs) como un eficaz aliado) sirviéndose de ellos como hilo conductor que le permitirá seguir controlando y sometiendo la maltrecha voluntad de la mujer hasta lograr recuperarla, o terminar con su vida.

En los PEFs se ignora el historial penal de violencia del padre con respecto a l@s hij@s al no considerarlo relevante. Como relata una usuaria del recurso: “en el PEF no tienen las sentencias condenatorias ni las órdenes de alejamiento que tiene mi ex marido. Cuando fui a llevárselo me dijeron “el pasado no importa”.

La pediatra Lola Aguilar, experta en violencia de género y menores, expone: “El hombre violento no suele dejar de ejercer la violencia tras la separación, pues hasta el 60% de los padres separados violentos mantiene un alto nivel de conflicto y de abuso hacia su ex mujer durante el contacto que suponen las visitas con l@s hij@s (Shepard, 1992)”.

Al personal técnico de los PEFs no se le forma debidamente sobre la dinámica del maltratador respecto a l@s hij@s en el contexto de los litigios por la custodia o régimen de visitas. Para ilustrar esta consideración, describimos un caso abordado en un Punto de Encuentro de la Comunidad de Madrid. Tras la primera entrevista, los profesionales se apresuran a emitir Informe al Juzgado, en el que, en otras cuestiones, relatan cómo que el progenitor varón no ha acudido a su llamada, pero que puesto en contacto telefónico se muestra en actitud “desconfiada y retadora, se niega a concertar una cita, anuncia que emprenderá reclamaciones y con imposibilidad de aceptar límite alguno (…) al no querer colaborar con los profesionales del PEF “. El individuo les amenaza con frases como: “podéis ser cómplices”, “puede venir la Interpol a preguntaros por qué no entregáis al niñ@”, etc. La resolución, consignada en el informe, es la siguiente: “para garantizar el cumplimiento del régimen de visitas de Don N. y su hijo menor en los términos señalados judicialmente con toda las garantías para todos y cada uno de los miembros del grupo familiar, recomendamos la derivación URGENTE del cumplimiento del régimen de visitas a la Policía Municipal de Atención y Protección a la Familia, para que el primer encuentro y sucesivos puedan realizarse en el mencionado centro”. No se hace mención en el informe a la inapropiada conducta del padre.

En los informes de los PEFs el padre agresor (por lo general no custodio) cuando es rechazado por el o la hij@ figura en la relación del PEF como un buen padre, afectuoso, víctima de la situación, ansioso por ver al hijo o a la hija menor. Tomamos los siguientes pasajes por vía de ejemplo: “Visiblemente ansioso, mostrándose abatido por la situación y temeroso ante un posible rechazo por parte de sus hij@s”, “F. está preocupado por cómo será la reacción de su hijo”, “Pendiente en todo momento de sus hij@s”. “Utilizó en todo momento un tono cálido y afectuoso”. Términos que deben valorarse de acuerdo con la consabida versatilidad de los maltratadores y de los pederastas que aparentan figurar como padres ejemplares cuando actúan bajo observación; su perfil manipulador y persuasivo engaña con frecuencia al personal del PEF. La estrategia habitual de hacerse pasar por víctima parece serle desconocida a los responsables del PEF, si no es que la ignoran por calculado interés.

Este tipo de conductas genera automáticamente dos conclusiones:

1) Que los PEFs están gestionados por un personal susceptible al chantaje.

2) Que sus gestores supeditan el riesgo que pueda entrañar la comunicación del padre para con el hijo, al mantenimiento de la familia.

El Centre for Children And Families in the Justice System of The London Family Court Clinic hace el siguiente trazado del padre maltratador una vez efectuada la ruptura familiar:

- Degrada la imagen de la madre ante l@s hij@s (la deslegitima, la desautoriza, la humilla, le insulta, le culpa de todos los males ante ellos, incluido el haber “roto” la familia con la separación, etc.).

- Utiliza el miedo como método de control: amenazas, coacciones, intimidación, gritos.

- Utiliza a l@s hij@s para hacer llegar mensajes intimidatorios a la madre.

- Es persuasivo y manipulador: muestra su “habilidad para actuar bajo observación: Durante las evaluaciones psicosociales o bajo observaciones sociales (como ocurre en los PEFs), los padres maltratadores aparentan ser padres cariñosos y atentos con sus hij@s. El contraste entre su comportamiento en público y en la vida privada puede ser muy pronunciado. Los niñ@s, hij@s, pueden incluso sentirse más cómodos con él cuando se hallan en lugar público.

- Su capacidad manipuladora, y esa especial característica de su bifrontalidad que le hace aparecer con aspectos completamente distintos cuando se muestra en las relaciones sociales y cuando se relaciona con su pareja. Un conocimiento que es indispensable para aplicar con efectividad la intervención cerca de la víctima.

- Controla y limita de forma desmesurada la economía y forma de vida de ellos y ellas, especialmente su contacto con la madre (por ejemplo, si les prohíbe o restringe llamarla o hablar por teléfono con ella).

- Hace uso del utoritarismo: aplica una disciplina férrea con castigos severos, con expectativas rígidas y baja empatía; pero alternándolo con momentos de extrema permisividad, llegando al abandono.

- Prescinde de necesidades psicoafectivas, incluso de índole física, no se muestra cariñoso ni afectuoso. Mantiene una actitud egocéntrica, anteponiendo sus propias necesidades a las de sus hij@s, sin excluir su obsesión por ejercer el control sobre la madre.

- Minimiza o niega su propia violencia, culpa de ella tanto a l@s hij@s como a la madre.

- Se transforma de cara a la galería y puede aparecer como una persona encantadora, “responsable” y sincera, en cuanto se refiere a sus obligaciones para con su familia, aunque el estudio de su personalidad por parte de miradas expertas manifiesta algo bien distinto.

En el caso del padre que abusa sexualmente de su hijo o hija, la bondad se acentúa aún más con el objetivo de envanecer el testimonio materno y retratarse como la víctima de una mujer malvada.


LITIGIOS POR LA GUARDIA Y CUSTODIA DE MENORES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL ÁMBITO FAMILIAR

La mujer víctima de esta violencia acude a los tribunales en busca de protección para ella y sus hij@s. Al contrario, el agresor acude a la justicia, como venganza, aunque sienta su matrimonio (o su relación afectiva) destruido, no acepta el divorcio, por varios motivos fundamentales:

- De orden “moral”: la mujer le pertenece, para él es una cuestión de honor.

- De orden material: para recuperar lo que según su criterio la mujer le ha “robado” al divorciarse, para que “no se salga con la suya”, con el resquemor de la venganza.

- De orden sexual: en los casos en los el padre abusa sexualmente de sus hij@s, utiliza la justicia como la fórmula más efectiva para seguir manteniendo el contacto con ellos.

Es muy frecuente que el agresor adopte una conducta petulante engarzando un juicio tras otro para agotar la resistencia económica y psicológica de la mujer maltratada.

Al cerco económico que supone para la mujer hacer frente a las múltiples demandas y, denuncias que le interpone el agresor, hay que añadir el estrés permanente que soporta ante el temor real de que llegue a conseguir la custodia de sus hij@s y verse ante la imposibilidad de poder protegerlos.

La profesora de Derecho, Joan Meier, experta en violencia y procesos judiciales afirma: “En la mayoría de los casos que llegan a los tribunales como “muy conflictivos” por la custodia de una hija o un hijo existe un historial de violencia doméstica”, que no se está sabiendo evaluar. El desconocimiento supino sobre la violencia de género y la infancia por parte de un sector notable del personal judicial está provocando que las mujeres y sus descendientes queden a merced del maltratador o pederasta.

Los siguientes datos dibujan el panorama real de los litigios judiciales donde existe esta modalidad de violencia:

- A la hora de decidir sobre la custodia y el régimen de visitas de un menor, muchos jueces y servicios de familia erróneamente, no consideran que la violencia doméstica sea un factor relevante.

- Los historiales de maltrato o abusos hacia las madres y sus hij@s son ignorados o minimizados sistemáticamente en los tribunales”.

- L@s niñ@s que denuncian maltrato corren un gran peligro de no ser protegidos, si están en medio de un proceso de disputa por custodia entre los progenitores. Muchos de est@s niñ@s son víctimas de incesto.

- El personal de los tribunales puede fallar a la hora de reconocer que el litigio por custodia puede convertirse en un vehículo mediante el cual los maltratadores y los abusadores de l@s niñ@s intenten extender o mantener su control y autoridad sobre sus víctimas tras la disolución del matrimonio.

- "Si el Juzgado ignora el historial de violencia cuando está evaluando el comportamiento de una madre para la concesión de una custodia, ella puede parecer hostil, que no coopera o mentalmente inestable Los evaluadores psicológicos que minimizan la importancia de la violencia contra la madre, o convierten sus respuestas hacia dicha violencia en patológicas, pueden acusarla de alienar a l@s niñ@s contra el padre y pueden recomendar conceder la custodia al padre a pesar del historial de violencia”.

- Muchos juzgados anteponen las necesidades de los padres varones no custodios a las necesidades de las madres y l@s niñ@s.

* * Fuente: Invisibilización y desprotección de las víctimas de la violencia de género en los puntos de encuentro familiar: desmontando el SAP de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. Puedes descargártelo aquí: http://www.observatorioviolencia.org/upload_images/File/DOC1267615378_PEF_SAP.pdf

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